martes, 26 de mayo de 2015

Estado, Orden, Progreso

Buenos días lectores. Hoy me trae una reflexión sobre el Estado y sus cimientos fundamentales, o, si se quiere, sus condiciones de supervivencia en el tiempo. Hace un tiempo largo, me he sentido fascinado por el libro de Oscar Oszlak, "La formación del Estado argentino". En él, lejos de entablarse un mero estudio histórico acerca de la conformación particular del Estado en la historia argentina, se logran vislumbrar algunos aspectos esenciales para pensar en la arquitectura sobre la que se erige toda formación estatal, así como para indagar en las necesidades de su intervención sobre la sociedad.

Toda existencia estatal requiere de una serie de atributos. Sin ánimos de una complejidad exhaustiva, pueden resumirse en: 1) externalización del poder (reconocimiento internacional de una unidad estatal por parte de otras); 2) internalización de la autoridad, estructurando una coerción legítima sobre la totalidad del territorio (este aspecto nos trae una reminiscencia de la clásica weberiana del "monopolio legítimo de la violencia física"); 3) diferenciación del control, lo cual se vincula con un desarrollo institucional diferenciado, con recursos, roles y funciones específicas; 4) internalización de una identidad colectiva, que se gesta a través de la emisión de símbolos que refuerzan un sentido de pertenencia y una solidaridad social.

Vale decir que estos atributos tienen evoluciones diferentes, se superponen y la mayoría de las veces exhiben grados de desarrollo disímiles entre ellos. Ahora bien: ¿por qué importa tener en cuenta estas dimensiones que intervienen en todo aparato estatal? A partir de la lectura de Oszlak, señalamos que advertir estos atributos nos conducen a un análisis certero y productivo de lo que implica el Estado y sus mecanismos de operación. La internalización de la autoridad, asentada sobre una coerción con legitimidad, se vincula íntimamente con la idea de "Orden". Este atributo resulta en un prerrequisito esencial para toda existencia estatal. A la vez, este atributo se complementa con la diferenciación del control, tercer atributo mencionado, que hace referencia a la formación de un aparato estatal que interviene de modo permanente en toda área considerada problemática (lo que en el análisis de políticas públicas recibe el nombre de "cuestión"). Si el Orden es esencial, también lo es el Progreso: la fórmula positivista nos revisita, a través de Oszlak, para señalarnos las condiciones esenciales del Estado. Primero Orden, luego Progreso. Este es un binomio indisoluble para garantizar toda existencia y desarrollo estatal. 










martes, 7 de abril de 2015

Comunicación y liderazgo

Buenas tardes. Hoy me permito efectuar una intervención en torno a la idea de Comunicación. Como sabrán, o no, la comunicación resulta co-constitutiva de la política. La política no existe sin comunicación. Quienes conozcan las entrañas, los modos, los espacios y las lógicas de la comunicación sabrán desempeñarse mejor en la arena política. Con este supuesto no pretendo adjudicar un rol determinante a la comunicación en la construcción política, sino tratar de conocer su productividad a la hora de disputar el sentido, lo cual constituye el corazón mismo de la política. 

La lucha por la transformación de la realidad y la pugna por el desarrollo cultural de los pueblos están estrechamente relacionadas con los procesos comunicacionales. Esta es una cuestión fundamental que todo líder debe aprender si pretende que su proyecto comunitario-político adquiera dimensiones de envergadura. Como afirma Dominique Wolton, la comunicación política es el espacio "donde se intercambian discursos contradictorios de los tres actores que tienen legitimidad para hablar en público sobre política, que son: los políticos, los periodistas y la opinión pública a través de las encuestas”. En este sentido, aquel líder que presente de mejor modo su discurso será quien mayor probabilidad tenga de sumar adhesiones a su proyecto político. Oratoria, Imagen y Discurso es un trípode insoslayable para cualquier ciudadano con vocación de liderazgo.

Sin ánimos de agotar el debate, les dejo una pequeña nota publicada en el diario El País. Quizás el objeto del escrito les resulte una cuestión superficial, pero incentiva a la apertura de interrogantes. El despertar de la inquietud es lo que nos motiva a seguir reflexionando, en este caso sobre la comunicación, para pensar en la posibilidad de que nuestros proyectos como líderes sean conocidos, asumidos y reivindicados por sus potenciales beneficiarios.

Hasta la próxima.

http://verne.elpais.com/verne/2015/04/27/articulo/1430155978_053130.html 

sábado, 31 de enero de 2015

Acerca de Twitter

Como sostiene Manuel Castells en La era de la información, con el advenimiento de la sociedad de la información tuvo lugar una transformación profunda de la política. Los principales factores inductores de esta transformación son las consecuencias de las nuevas tecnologías de información sobre el debate político y las estrategias de búsqueda de poder. En este sentido, va a postular Castells que tanto la derecha, como el centro y la izquierda, deben procesar sus proyectos por un medio tecnológico si quieren llegar a la sociedad. Lo importante de esta afirmación, es que la necesidad de un medio tecnológico induce nuevas reglas de juego que afectan a la sustancia de la política.

Estamos asistiendo a una mutación de los términos en que son entendidos la representación política, es decir, la relación entre gobernantes y gobernados. Así como Kircheimer evidenciaba la declinación de los formatos de los partidos de masa, la importancia programática de los mismos y su tendencia clasista, en esta nueva sociedad de la información nos atraviesa un nuevo carácter del lazo representativo. Manin será claro al definir el nuevo carácter personal que asumen las relaciones de representación. En efecto, lo que cobrará importancia en el comportamiento electoral serán las características personales de los candidatos, hasta en sus aspectos más singulares y concretos. Manin dirá en este punto que la confianza personal en el candidato se vuelve un elemento central a la hora de elegirlo, volviendo de este modo a uno de los principios de los orígenes del gobierno representativo, a través del cual el candidato era elegido por su individualidad, por la confianza que inspiraba en el electorado.

Creo firmemente que en Twitter se manifiestan ejemplos exponenciales de estos nuevos modos que asume la representación. Si atendemos al número de seguidores que registran, por un lado, los políticos más importantes, y por el otro, sus partidos, vemos notablemente el mayor interés que suscita la persona frente a la organización partidaria que lo sostiene. Por ejemplo, mientras CFK registra cerca de 2.000.000, vemos que el Partido Justicialista sólo cuenta con 4.000 seguidores. En el caso del PRO, la cuenta del partido tiene cerca de 70.000 seguidores frente a los 535.000 de Mauricio Macri.

Por otro lado, un segundo aspecto manifiesto en Twitter es el del carácter personal y de confianza del lazo representativo. Así, vemos que la mayoría de los políticos pronuncian mensajes que interpelan directamente al individuo particular, pudiendo éste responder al mensaje. Por ejemplo, un Twitt de Rodriguez Larreta preguntando ¿qué pensás del dólar? O Macri, preguntando si ya usaste las bicisendas y las bicicletas de la ciudad. De este modo, se simula una supuesta relación de cercanía con el ciudadano. Otro hecho de los mismos caracteres fue la especie de conferencia brindada por Rodriguez Larreta a través de Twitter respondiendo, personalmente, preguntas de sus seguidores.

A su vez, así como Manin mencionaba el nuevo rol de la individualidad del representante, hasta en sus aspectos más concretos y singulares, esto también lo vemos expreso en Twitter. Tenemos los mensajes de la presidenta hablando y mostrando fotos sobre sus perros, tenemos a Macri diciendo que va al “supermercado a hacer las compras” y comentando que recién sale “del cine de ver una película” y opinando que “Ramón Díaz le puso pimienta al fútbol”.  Enunciados que nos traen de vuelta a la idea de la cercanía del representante con el representado. También las descripciones particulares que ellos esbozan en sus cuentas alimenta esta idea. “Casado. 4 hijos. Hincha de Boca” se describe Macri. Miguel del Sel se presenta como “Padre. Apasionado del fútbol. Midachi. Profe Educación Física. Productor pecuario. PRO"

Otro elemento de la red social que deseo resaltar está referido a los tipos de mensajes que expresan los dirigentes políticos. Kircheimer hablaba de la marcada desideologización, de la reducción del bagaje ideológico de los partidos-escoba y de la concentración de la propaganda en temas que son compartidos en principio por amplísimos sectores del electorado, como “el desarrollo económico” o “la defensa del orden público”, etc. A su vez, Panebianco también destacará que los partidos que él denomina, atendiendo a su organización, profesional-electorales, en momentos de campaña se centran en temas específicos y no en una plataforma ideológica concreta. El máximo de 140 caracteres de un mensaje que permite Twitter es ilustrativo al respecto. Ningún programa ideológico puede esbozarse en un espacio tan reducido y los mensajes que aparecen a diario no hacen más que reforzar estas ideas. Macri dice “coincidimos en la necesidad de redoblar esfuerzos para avanzar en políticas sustentables para mitigar los riesgos del Cambio Climático”. “Con estos dirigentes estamos construyendo una alternativa de paz, de diálogo y de respeto, con el único objetivo de que la gente viva mejor”.  Esto coincide con las ideas de Manuel Castells, quien afirma que en un mundo cada vez más saturado de información, los mensajes más efectivos son los más simples y los más ambivalentes, los que dejan lugar a las proyecciones de la gente.  En estos mensajes mencionados y en muchos más, se ejemplifica de modo claro la crisis de la función integrativa/expresiva de los partidos políticos que Kirchheimer menciona y que Panebianco a su vez reafirma, consistente en la configuración y mantenimiento una  identidad colectiva a través de la ideología.


Para concluir, me gustaría rescatar los aportes que Castells realiza acerca de la política informacional. Una característica central de la sociedad contemporánea es que la mayor parte de nuestra experiencia diaria ocurre en contextos crecientemente construidos por la información, difundidos por los medios e internalizados por los individuos en una suerte de espiral que transforma cada vez más a la realidad en signos e imágenes. La mayor parte de las actividades triviales de la vida diaria están ahora especificadas y dependen del impacto de las transformaciones en la esfera de la información. Esto plantea interrogantes acerca de las potencialidades que ofrece la comunicación electrónica para aumentar la participación política. Mi percepción acerca del Twitter no es muy optimista al respecto. El diseño de twitter no permite una comunicación horizontal entre ciudadanos, sino que su estructura favorece relaciones desiguales de comunicación en las cuales el poder reside en los enunciatarios del mensaje, actuando, de este modo, más como una herramienta vertical de publicidad política que como un espacio abierto a la participación ciudadana. 

miércoles, 16 de abril de 2014

Modernidad y ciudadanía

He aquí un modesto resumen sobre "La modernidad líquida", una de las últimas producciones del repertorio académico de Zygmunt Bauman. El mismo, fue presentado como tema para el examen final de la cátedra Historia Social Contemporánea, razón por la cual podrán encontrar algunos comentarios que, quizás, puedan quedar fuera de contexto. Referencia necesaria para pensar los tiempos actuales, este libro se erige como un faro insoslayable a la hora de iluminar sobre las problemáticas cotidianas que se inscriben en los modos de ser del hombre posmoderno. La última apelación al hombre ciudadano que realiza Bauman me resulta pertinente, así como nos exige una honda reflexión sobre la misma.
Sin más, os saludo.


Los líquidos serán aquellos elementos en los cuales Bauman encontrará ciertas propiedades específicas de los mismos que servirán para caracterizar esta nueva fase de la modernidad que se nos hace presente. Estos líquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente su forma, no se fijan al espacio ni se atan al tiempo. La fluidez, es decir, su extraordinaria movilidad, es la cualidad esencial que compone a los líquidos. Son estas propiedades comentadas que resultarán apropiadas para la identificar las características de esta nueva etapa en la historia de la modernidad.
Sin embargo, Bauman va decir que muchos podrán vacilar frente a esta metáfora y aducir que la modernidad fue fluida desde un principio y que desde sus comienzos el “derretimiento de los sólidos” fue su principal pasatiempo. Esta postura no será negada por el autor pero vale destacar que la destrucción de los sólidos premodernos se debía llevar a cabo para construir nuevos y mejores sólidos, sólidos cuya solidez fuera duradera, en la que se pudiera confiar y por la que se pudiera volver al mundo predecible y controlable. En este sentido, fueron la introducción de la racionalidad instrumental y del rol determinante de la economía los modos en que se vio esta destrucción de los viejos sólidos. Estas disoluciones condujeron a una emancipación de la economía de sus ataduras políticas, culturales y éticas llegando a sentar las bases de un nuevo orden, definido en términos ecónomicos, y caracterizado por la reproducción de las relaciones mercantiles, que alcanzó a dominar la totalidad de la vida humana. A diferencia de esta etapa de la modernidad, que será nominada como modernidad sólida, la modernidad líquida ya no se ocupa de la edificación de un orden, ni se establece sobre bases estables y repetitivas, sino que la disolución de lo sólido se encuentra en su esencia misma.
Nosotros vimos a través de la lectura de Stone, estas progresivas transformaciones que acompañaban la vida europea. El fin del orden moral, como lo denominara Stone, estuvo determinado por la elevación de la dimensión urbana como rasgo típico de la modernidad. El florecimiento de las metrópolis, ayudado por la gran depresión de los precios de las materias primas que a su vez también impulsó el crecimiento de la actividad industrial, fue una nota dominante de la europa de fines del siglo XIX. Más allá de las particularidades nacionales, donde por ejemplo Italia, Francia  y Rusia representaban casos en los que la agricultura desempeñaba todavía un papel muy grande, el desarrollo de la vida urbana iba a ser el espectáculo al cual, con el transcurso del tiempo, asistiría la mayor parte de Europa. A su vez, estas transformaciones iban a traer aparejadas nuevas configuraciones sociales. En un segmento de la lectura que vimos de Elley, el autor aprecia con claridad las conexiones que se fueron estableciendo entre el desarrollo industrial y la vida cotidiana de los grupos que se vinculaban a éste. A partir de la ubicación en el lugar de trabajo se fueron echando los cimientos de un sentido de pertenencia y se fueron forjando determinadas identidades que nacían de las socializaciones de la vida cotidiana de los individuos. “La vida cotidiana de los obreros revelaba numerosas solidaridades pequeñas”, sostenía Elley.
Mi intención era destacar estos puntos iniciales porque a partir de ellos se podría comprender de manera más cabal el problema que nos ofrece esta nueva etapa de la modernidad. En este sentido, Bauman va a sostener que los códigos y conductas que uno podía elegir como puntos de orientación estables, y por los cuales era posible guiarse, van a escasear cada vez más en la actualidad. Así como los estamentos fueron disueltos por las fuerzas de la modernización, también las clases, concebidas como esos marcos que encuadraban las condiciones y perspectivas vitales, y que condicionaban los proyectos y estrategias de vida, fueron objeto de la evaporación constante que nos brinda la modernidad. Por lo tanto, esta modernidad líquida a la que asistimos se caracterizará, en mi opinión, por las nuevas pautas que orientarán al individuo en sociedad.  Así como los orígenes de la modernidad fueron de la mano con el nacimiento del individuo, ahora nos encontramos con un reposicionamiento del individuo, acompañado por nuevas pautas y nuevos accionares como consecuencia del desmoronamiento de las agencias colectivas. Éste será el gran problema que aquejará al individuo de la modernidad líquida.
Esto nos dirige al tema de la emancipación, que es el primer punto que Bauman utiliza para describir esta etapa histórica que nos atraviesa. Bauman va a decir que la asignación de roles a los miembros de la sociedad es una marca de origen de la sociedad moderna, pero este proceso de individualización va asumir características particulares dentro de la modernidad líquida. Por individualización, Bauman comprende que ésta consiste en transformar la identidad humana de algo dado en una tarea, y en hacer responsables a los actores de la realización de esta tarea y de sus consecuencias. En otras palabras, consiste en establecer una autonomía de jure (haya o no haya sido establecida también una autonomía de facto). La modernidad temprana desarraigaba para poder arraigar y la obligatoria autodeterminación y autoidentificación se redujo a vivir “fiel a su clase”, de adecuarse a los tipos sociales de clases emergentes y modelos de conducta, de imitar, de seguir un patrón. Bauman, en este sentido, sostendrá que la división de clases fue una consecuencia del acceso desigual a los recursos necesarios para hacer posible esta autoafirmación.  En esta coyuntura, las personas dotadas con menos recursos, debían compensar su debilidad individual con el poder de la cantidad. Es así como el accionar colectivo se constituyó en un medio para la autorrealización. Más allá de esto, la labor dejada a la autoafirmación de la mayoría de los individuos era la de “encajar” en el nicho que se les había asignado, comportándose tal y como lo hacían los otros ocupantes.
Esto es precisamente, va a decir Bauman, lo que diferencia la individualización de antaño a la forma que ha tomado la individualización de la modernidad líquida. Ahora no existen espacios donde rearraigarnos, y en cuanto esos lugares son buscados por los individuos, los mismos van cambiando en cantidad y en ubicación,  lo cual resulta en un arraigo efímero y volátil que quiebra toda expectativa de un rearraigo definitivo y durable. El resultado de estas cuestiones es la privatización de la modernidad, donde la construcción de pautas y responsabilidades del fracaso caen sobre los hombros del indviduo. Como dirá Bauman, parafraseando a Beck, “el modo en que uno vive se vuelve una solución biográfica a las contradicciones sistémicas”. En resumen, lo que se está produciendo es que se ensancha la brecha entre la individualidad como algo predestinado y la individualidad como capacidad práctica de autoafirmarse.
Acá entonces surge la pregunta acerca de porqué no es posible marchar  codo a codo, originar una condensación de las preocupaciones individuales en intereses comunes y dar lugar a una acción conjunta. Por un lado, esto se responde a partir de la idea de que los problemas individuales no son aditivos, no se dejan formar en una causa común. “Lo que uno aprende del contacto con otros es que la única ayuda que nos pueden brindar es el consejo de cómo sobrevivir en nuestra irredimible soledad, que la vida de todos está llena de problemas que deben ser combatidos en soledad.” ¿Quizás el auge de los libros de autoayuda puede ser entendido en esta clave que propone Bauman, no? La misma denominación que recibe esta literatura lo manifiesta. La solución de las cuestiones que inquietan al hombre no se encuentra en su medio ni en su entorno, sino en  lo profundo de la persona, haciendo prescindible toda ayuda del otro. 
Este problema de irremediable soledad nos conduce  al segundo tópico que plantea Bauman y que se refiere al tema de la individualidad. Frente a esta ausencia de puntos de orientación estables que mencioné anteriormente, tiende a primar un sentimiento de incertidumbre, no una incertidumbre con respecto a los medios adecuados para alcanzar un fin predeterminado, sino un sentimiento de incertidumbre con respecto a los fines buscados. La tarea se encamina, entonces, a elegir entre un abanico infinito de fines y oportunidades, que una vez alcanzados, se vuelven obsoletos y dan pie para continuar en búsqueda de nuevos fines. Frente a este mundo repleto de posibilidades como gran un banquete apetitoso, los invitados al almuerzo se presentan como consumidores que deben elegir entre las muchas comidas al alcance. El problema de esto es que una vez digeridas las comidas volverá a aflorar el sentimiento de incertidumbre que deberá ser consolado con la búsqueda de certeza en nuevos productos. Esto provocará que la compulsión a comprar se convierta en el arma frente a la angustiosa existencia incierta e insegura que nos depara la modernidad.  Es una especie de rito de exorcismo a través del cual nos liberamos de nuestras inquietudes. Algo que no menciona Bauman en este punto, quizás porque no es un objeto de su incumbencia, es que la moderna compulsión por el consumo no puede ser separada de las transformaciones que operan en el seno del capitalismo y que tienen que ver con la ampliación del mercado y de sus ámbitos de actuación. Sin un mercado que nos ponga al alcance de nuestra mano nuevos productos, constantemente regenerados y de los más diversos tipos, esa compulsión por la compra se vería mitigada.
Siguiendo con el análisis de Bauman, sus planteos acerca del proceso de individualización y de la caída de las acciones colectivas nos conducen al tópico de los espacios públicos en la era moderna. Bauman sostiene que la vida urbana se desenvuelve en una serie de espacios  cuya principal característica es que no instan a la interacción entre sus congregados, quienes se comportan individualmente, y en donde no se producen asentamientos, sino solo un paso temporal y efímero por los mismos. En algunos de estos espacios, como por ejemplo los shopping, o como los denomina Ritzer “templos de consumo”, se da una especie de traslado en el espacio, donde se genera la sensación de ser transportado a otro mundo y donde se da la combinación perfecta entre libertad y seguridad. Los viajes a estos templos representan un viaje a una anhelada comunidad que no se encuentra en “el afuera”. Los individuos que acuden a él conforman aglomeraciones, no totalidades, unidos por la compulsión de comprar, que se constituye en un fin en sí mismo
Para no extenderme demasiado, explicaré brevemente los dos puntos que me quedan acerca del libro. Para entender las transformaciones que operan en el trabajo podemos remitirnos a las mutaciones que experimenta el orden capitalista. Como señala Pipitone, a partir de los años setenta se va dando una decadencia de las actividades industriales que durante dos siglos fueron consideradas como la materialización del espíritu del capitalismo. La disminución de los altos rendimientos de las actividades de la industria con respecto a ciertos sectores de servicios obligó a un decidido proceso de reajuste y de transformación de la manufactura. De este modo, el carácter pausado y con cautela de los comportamientos tradicionales deja de ser garantía de solidez para ser un peligro de rigidez. Así, sostiene Pipitone, la adaptación al cambio pasa a ser una cuestión de vida o muerte. En tiempos de la modernidad sólida, sostiene Bauman, la garantía del beneficio se encontraba en las fábricas fordistas, con sus grandes instalaciones y con sus movimientos completamente mecanizados y ordenados, en las cuales existía una cadena invisible que unía a los trabajadores con su lugar de trabajo. La comunión entre capital y trabajo era necesaria para la supervivencia de la industria. No es extraño, dice Bauman, que la rearticulación entre los mismos haya sido preocupación del Estado, y como dice Offe, que el Estado de Bienestar se haya convertido en la fórmula pacificadora, en un compromiso de clase, que, cabe destacar, más tarde sería la propia fuente originaria del conflicto de clase. Esta vinculación del trabajador a un espacio, vinculación duradera (se suponía que el trabajo sería de por vida), es lo que se desvanece durante la modernidad líquida. Así, el lugar de trabajo ya no puede ser un ámbito donde autoafirmarse ni fijar identidades y proyectos de vida.  De este modo, el sentimiento de incertidumbre aparece nuevamente en la vida laboral.
Para finalizar, Bauman plantea la cuestión de las comunidades de guardarropa, las cuales también se encuadran en la metáfora de lo sólido/líquido y que tienden a ser volátiles, transitorias y con un solo propósito. Estas comunidades necesitan un espectáculo que atraiga el mismo interés de diferentes individuos para reunirlos durante cierto tiempo. Los espectáculos, como condición de existencia para una comunidad de guardarropa, no fusionan los intereses individuales en un interés grupal y se ofrecen como un respiro temporario del tormento de la solitaria lucha cotidiana.
Concluyendo, quería plantear el tema de cómo hacer para resolver las contradicciones que nos plantea la modernidad líquida, si es que se puede. En este sentido quería retomar la idea de Bauman sobre el concepto de ciudadanía y plantear su necesaria recuperación. Como decía Tocqueville el individuo es el enemigo número uno del ciudadano. El ciudadano es aquel que procurando su bienestar individual contribuye al bienestar general de la sociedad donde vive. Sería utópico plantear una sociedad con individuos altruistas únicamente preocupados por el bien común. Partiendo de esta premisa es que me parece que la necesaria tarea que nos convoca, para mitigar la brecha entre la libertad de autoafirmación y los mecanismos que la hacen viable, es la resignificación e involucramiento en el espacio público, como modo de reedificar las agencias colectivas perdidas.

jueves, 13 de marzo de 2014

La nueva educación

Los fracasos del sistema educativo son evidentes. Más allá de algunas experiencias exitosas aisladas, las mutaciones que ha experimentado la sociedad en sus últimas décadas nos conducen a un inevitable (re) planteo sobre las bases en que se erige la enseñanza. La disociación entre un actual sistema educativo que tuvo su génesis dos siglos atrás, y la complejización y aceleración de la vida social constituye un desajuste fundamental en lo que hace a la calidad de la enseñanza.

A mi parecer, la creatividad y la innovación del aprendiz deben elevarse como objetivo fundamental a la hora de pensar en los nuevos modos de la educación. Aquí comparto unos videos que pueden, quizás, despertar fértiles interrogantes al respecto.

http://www.lanacion.com.ar/1619525-los-mejores-videos-para-inspirar-a-los-docentes?sitio=desktop

jueves, 10 de octubre de 2013

De Certezas y Razones

                           De Certezas y Razones
                                                                                                     

“Todo lo contrario a la verdad es igualmente cierto”
(Hermann Hesse, en Siddartha, 1922)


El presente artículo se abocará al análisis del pensamiento político de Alfredo Leuco.  Sus escritos periodísticos serán el material sobre el que se edificará nuestra discusión, que desnudará el carácter reduccionista e intencional así como el simplismo con el que lindan las posturas asumidas, o no, por el analista. Aproximación primaria, sin dejar de ser, por ello, meritoria. Comencemos. 



La unicidad de los cursos de acción posibles o el respeto por el metrónomo
El aprendiz musical, en las instancias de ejecución de una obra, suele dar uso a un instrumento que recibe el nombre de metrónomo. El mismo, luego de ser programado, marca el pulso constante que debe ser respetado irrestrictamente por el músico, si es que éste desea interpretar con corrección la obra. Es lo que la jerga musical nomina como “tocar a tiempo”. El tiempo es uno/único y quien lo altere habrá caído en la falta del desajuste, en la transgresión de lo programado. Pensando en esta figura es que podemos abrir nuestra indagación sobre los planteos del analista que nos convoca. Una mirada de cerca advertirá sobre los modos del vínculo entre lo temporal y lo Real que alimenta Leuco.  
En el escrito “Errores y límites” se detallan una serie de acontecimientos en el tiempo que, desde el punto de vista del autor, constituirían atisbos del deber ser y hacer de la política. Una óptica certera y correcta, descubriría en ellos su productividad para saber tomar el mejor curso de acción política posible que, claro está, el gobierno, ininteligente y caprichosamente, ha ignorado por completo.  El analista, proclama:

“El gran problema de Cristina es que necesita tomar por el único camino que se niega a tomar, el del sentido común. […] A esta altura del desplome de la presidenta es difícil encontrarle sólo una razón ideológica. No hay peor sordo que el que no quiere oír. […] La negación de la realidad produce ceguera.”

Parece que el simple devenir del tiempo conduce a determinadas producciones de lo Real, posibles de ser racionalmente detectadas y apropiadas para configurar el movimiento correcto de la acción política de Cristina Fernández. Postura ruidosa que brilla por soberbias pretensiones de objetividad. Yo, intelectual iluminado, gozo de la idoneidad para advertir el sendero necesario de la política. Los “errores y límites” que Leuco reconoce dan cuenta de una concepción encorsetada de la política, que se observa, por ejemplo, en el llamado y glorificación del sentido común. Esta apelación es el recurso del que el analista dispone para sostener un velo que oculta la eternidad del conflicto, la oclusión de su inevitable y permanente aparición. Esta concepción de lo político como, en palabras de Badiou, la unión, el lazo o la relación, es lo que permite a Leuco sostener una performatividad de la política dentro de ciertos márgenes, aprehensibles y detectables sin mayúsculos obstáculos.

Volviendo a los tiempos, o al tiempo
“Tomemos el ejemplo de Brasil” y expresiones de un símil estilo deambulan de modo cotidiano por los medios de comunicación. Las experiencias políticas y económicas de algunos vecinos latinoamericanos  suelen constituirse en los puntos de referencia y en las depositarias del halago de variadas voces de la política nacional. Nuestro analista no escapa a ello:

“Es una mentira histórica que no se puedan quebrar los privilegios, igualar posibilidades y repartir el poder sin apelar a la mano dura o a pisotear la legalidad. O a reemplazar las viejas oligarquías por las propias, como la boliburguesía o los amigopolios K. Lagos-Bachelet; Lula-Dilma y Tabaré Vázquez-Mujica demuestran que es posible. Muchos de sus indicadores sociales son superiores a los de Argentina y Venezuela, que comparten el podio de la mayor inflación mundial. No son traidores ni tibios. Construyen poder popular y democrático y consolidan grandes avances para los más necesitados, pero lo hacen con la legalidad y la profundidad necesarias para que no se pueda volver atrás. No fomentan jurásicos cultos a la personalidad ni venganzas ni fracturan las sociedades. No van por todo porque saben que después todo eso quedará en la nada. Van por más justicia social y más libertad.”

A través de un complejo recurso de metodología comparada, sintetizado en el espacio de un párrafo, Leuco logra encontrar manifestaciones de lo Real que evidencian un elemento racional del tiempo. Quienes han sabido hacer lo que había que hacer se hacen como los hacedores de la historia. ¿El tiempo evoluciona?
A lo largo de los artículos del analista se observan disímiles delimitaciones temporales del análisis, cada una con una intencionalidad particular que obedece a los fines de la argumentación específica de cada producción periodística. En “Errores y límites” se registra una delimitación a partir del año 2008, operación que habilita a una crítica de las prácticas políticas del gobierno, partiendo del acontecimiento del conflicto con el campo. ¿Sólo a partir de esa instancia particular se pueden descubrir elementos que ayuden a interpretar la época que asistimos? En el artículo “Morenizar y chavizar”, el análisis acude al registro, a nivel global, de experiencias históricas “fallidas” de la izquierda con el fin de expresar la caducidad de ciertos planteos que oponen la equidad a la libertad y que Leuco observa, todavía latentes, en la racionalidad político-operativa del gobierno. ¿La resolución de esta tensión inherente a gran parte del pensamiento puede encontrarse en determinadas manifestaciones del presente? Otra delimitación temporal del análisis se observa en “La gravedad de la ley”, donde, partiendo de la recuperación democrática, se concibe al proyecto oficial de “democratización de la justicia” como el ataque más feroz que haya habido alguna vez contra el sistema democrático. ¿Es la división de poderes la sustancia de la democracia?

Lo acabado del ser
La anterior pregunta por la democracia nos conduce, casi naturalmente, al tratamiento de esta categoría en el pensamiento de Leuco. Su aparición, implícita o explícita, pero siempre repetida en el conjunto de los artículos arbitrariamente escogidos, la eleva como unidad analítica privilegiada que vertebra la mayoría de sus producciones.
En “Morenizar y chavizar” el analista abre una propuesta que logra convocar, efímeramente,  mi inocente ilusión:
“Lo que debe refundarse son los instrumentos para analizar lo que pasa”
Expectativa, la mía, que al encuentro con el párrafo siguiente, se evapora por los aires. En efecto, pese a la anterior declaración de imperativos e intenciones, Leuco, lejos de despertar un interrogante sobre lo que constituye la democracia, procede a una enumeración de ciertos elementos que deberían ser encontrados en una democracia real:
“No puede ser progresista quien ni siquiera cumple con los mínimos requisitos democráticos. Alguien que amenaza, extorsiona, prohíbe y lo hace solo con el poder que le delega Cristina, y sin ninguna ley ni papel a la vista, rompe las reglas de funcionamiento de cualquier sociedad civilizada. Los autoritarismos no son de izquierda ni de derecha.”
Si bien el analista no define de modo explícito su idea de democracia, se pueden entrever concepciones que, en diálogo con postulaciones y preocupaciones en otros artículos, dan cuenta de lo que entiende por esta unidad analítica. De este modo, la libertad individual, el respeto a la legalidad, la división de poderes, el pluralismo, se articulan como la esencia de todo sistema democrático. Ser que se observa, como bien advertimos en el apartado anterior, en otras experiencias latinoamericanas ¿Lo acabado de sus ideas ignorará la espectralidad de sus postulados?

Entre los actores y el actor, o el poder y su lugar
Tras la lectura de los artículos, se vislumbra que el Poder es uno,  contando con residencia en un locus específico. Ese lugar del poder es el Estado, y más precisamente, la figura presidencial. Se concibe al Estado como un cuerpo ordenado y coordinado, que opera de modo articulado y uniforme, con una justa adecuación a las directrices que emanan de la cúspide del poder ejecutivo.  Lejos de sostener una distribución desigual del poder, Leuco niega de modo absoluto la existencia de tal distribución, asumiendo posturas que simplifican el movimiento de las complejas tramas del poder.
Opción teórico-metodológica con claras implicancias en el análisis. Así, los vaivenes del análisis político conducen, de modo casi inevitable, al privilegio de Cristina Fernández como el gran actor objeto de crítica. Cabe destacar, a su vez, la audacia del analista para poder amalgamar voces diferentes dentro y fuera del oficialismo y desembocarlas, de modo último, en la figura del presidente. Más allá del reconocimiento explícito de numerosos actores, de los más variados y que cambian nota a nota, éstos, sus prácticas y sus opiniones aparecen en tanto presenten un valor instrumental para el análisis y la intencionalidad específica de cada producción periodística en particular. ¿La reducción del mapa de actores obedece a un ingenuo desconocimiento de la complejidad?
Particulares producciones de sentido de nuestro analista que confluyen en la producción ficcional de una pertenencia colectiva. La marcada delimitación de una exterioridad que organiza el oficialismo promueve la constitución de un nosotros, la aparición de un sujeto colectivo con deseos, necesidades, expectativas y proyectos compartidos. A través de una prosa que se inscribe en pretensiones de encarnación de la universalidad, se generan líneas de acción y oposición que ordenan demandas en pos de su consecución.
“¿Qué va a hacer la oposición? Intentar convencer a los diputados oficialistas que más dudan. Industrializar los reclamos de inconstitucionalidad y rezar para que la Corte se ponga las pilas que deberían ser recargadas por una poderosa movilización el 18A.”
Continuando su argumentación sobre los proyectos de “democratización de la justicia”, continúa proponiendo:
“Fundar una suerte de Polo Democrático en defensa de la libertad que, obviamente será acusado de ser la nueva Unión Democrática. Ellos responden: a problemas extraordinarios, respuestas extraordinarias”

El amanecer de la duda
Ponderando mis deseos, más que la fundación de conclusiones, me conmueven las aperturas: ¿El ser de la política se asienta sobre una razón? , si esto es así, ¿su contenido es una invitación al dispute por él?, siguiendo, ¿es en esta beligerancia donde nace la potencialidad para reabrir el espacio de lo posible?


 Los muros pintados del 68 nos revisitan y, nuevamente, nos exhortan: respondamos con preguntas.

lunes, 7 de octubre de 2013

Política 2.0


"[...] El impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TICs), y el surgimiento y masificación de Internet, han cambiado la forma de relación y comunicación en todos los ámbitos de la vida humana, caracterizando una nueva era en el desarrollo de nuestras sociedades: la era de la información (Castells, 2001).
Estas transformaciones y sus implicancias se han convertido en objeto de estudio por parte de diversas disciplinas. En el ámbito de la Ciencia Política, el estudio de la Ciberpolítica (o Política 2.0) ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos años, pero es todavía un campo de estudio relativamente poco explorado, que requiere nuevas y múltiples investigaciones.
En términos generales, puede afirmarse que los líderes políticos se ven influidos por estas transformaciones, que les exigen el despliegue de nuevas estrategias de adaptación: una mayor rapidez y oportunidad en la administración de la información, la elaboración de mensajes crecientemente segmentados (es decir, adecuados a las particularidades de un electorado cada vez más diverso) y el desarrollo de nuevas capacidades en la administración del diálogo público (Lanza, 2010) [...]"